martes, 28 de octubre de 2008

Nuestros protagonistas se encuentran en un momento difícil

Mi información no procede de ningún despacho jurídico, ni soy una marioneta de ninguna de las partes. 

Es más, lamento que en algún momento haya parecido que personalmente me decantaba por alguna de ellas. A decir verdad, creo que tanto la actitud de una como de la otra han sido en algún momento reprobables, por no decir sucias. Es lamentable que se obligue a quien ha sido socio, compañero, padre y ha callado muchas cosas, a soportar ser ninguneado incluso por tus subordinados, que hasta ayer tenían que rendirle pública pleitesía. Y me parece personalmente mezquino por la otra parte hacer caja a costa de las miserias ajenas, miserias que de airearse cuestionarían seriamente el futuro incluso de los hijos propios. Pensaba que me limitaba a exponer los hechos desnudos, sin entrar en valoraciones y gracias a los comentarios de malizia, constato que no es así. Mea culpa. Le prometo que intentaré enmendarme. Ahora, vean que he desvelado mis propias opiniones y les aseguro que he sido en ellas muy benevolente.

Mi único propósito al intervenir en el foro (que vengo leyendo desde hace tiempo, eso sí) es transmitir información, desapasionadamente y sin juicios personales de por medio: prefiero que juzguen los demás. Muchas veces se trata de temas delicados. Por ello no me precipito: intento contrastar la información, confirmarla si es posible. Prefiero parecer críptica, o incluso mentirosa (como creo que ha sucedido) a afirmar alegremente. Estoy obligada a ser prudente, pues podría perjudicar seriamente a muchos. Han visto que en los temas de mi intervenciones están implicados, al menos de soslayo, menores. No los he mencionado directamente, ni los mencionaré, porque me parece que no tienen cabida. Además me parece poco ético. Creo que basta con centrarse en quienes por su edad se supone tienen suficiente sentido común para gobernar su vida, y asumir por ello las consecuencias de sus actos. Me limitaré a contarles el por qué se hacen las cosas o el cómo.

Tal vez crean que tengo más información que la que realmente poseo. No puedo decirles el nombre de los dos caballeros a los que me refería: ni yo misma lo conozco. La información que ha llegado a mí sólo indica los rasgos que he mencionado.

Relean mis mensajes. El esposo ha aceptado las condiciones del contrato previo: no discute nada, porque nada puede discutir. Es perfectamente consciente de que en este juego y en esta cancha es quien lleva las de perder. Quien está enfrente tiene en sus manos todos los resortes del poder. Es un contrato tipo en las primeras familias, que han de firmar inexcusablemente quienes emparentan con ellas. No se deja nada al azar. Y el tema de los descendientes es absoluta responsabilidad del progenitor de las primeras familias. Al otro le resta un régimen de visitas y basta. Otra cosa son comportamientos personales fuera de lo pactado como pataleta personal, o los acuerdos económicos ad maiorem….La baza que ha decidido jugar es la otra, perfectamente consciente de que en estos momentos no hay nada que sea más peligroso para la otra parte que lavar los trapos sucios en la calle y tenderlos al sol. E insisto. Se llegará a un acuerdo y muy jugoso: los movimientos a los que se ha asistido las últimas semanas han sido un tanteo previo al “nos sentamos a hablar”. El final puede producirse a finales del año próximo.

Hablamos de quienes se juegan mucho y entre esta gente no se deja nada al azar: los pasos a dar están medidos con mucha antelación (años incluso), se prefiere ralentizar al máximo las cosas, se analizan hasta el mínimo detalle las posibles consecuencias. La tensión que los mensajes apocalípticos de herederos transmitían durante el verano es real. Nuestros protagonistas se encuentran en un momento difícil y en el que no pueden permitirse un paso en falso, ni nada que pueda suponer un desgaste de la imagen pública de la institución, ni ahora, ni en un incierto futuro. Otra cosa es que ellos mismos sean muchas veces su peor enemigo.

Nada es al azar, repito. Desde que se anuncio el “cese” numerosas declaraciones en prensa, radio y televisión afirman que nada pasaría si se diese un paso más allá, y así, tras dos años de repetirlo, cuando el hecho se consume, la opinión pública no pondrá objeción alguna. No se trata del matrimonio en sí, o de su inexistencia. Se trata incluso de que no se discuta un posible derecho de ninguno de los implicados si se llegase a alterar la línea hereditaria. Además, la aceptación pública de esta ruptura abriría la posibilidad de aceptar asimismo otras, que pudiesen afectar a otros miembros de la familia.

El galán existe, no es una nube de humo, como los anteriores y es usted (su Nick puede ser justo con otras, no con usted, no me atrevo a escribirlo) con su sagacidad, quien ha dado en la diana de su profesión. La discreción es para los de su cuerpo una forma de vida, así que le es fácil pasar desapercibido. A pesar del secreto con el que se lleva la relación, según parece ha trascendido a algunos. El señor peñafiel- que coincidirán conmigo en que hace muchos años que oye campanas y no sabe donde- deslizó hace unos meses, no obstante, en su columna semanal una negrita muy criptica que puso sobre aviso a quienes estaban en el ajo, o por lo menos los alarmó. Desde entonces, confianza cero. 

GossipGirl2T, no sea tan literal, el galán no es el actor. Con tanto título suelto me permití la licencia de jugar con el equívoco y hacer una broma sobre la cuñada de su dama y sus recientes cirugías.

El otro señor me dicen que cuenta con coche oficial gracias a un cargo de importancia en uno de los tres poderes del estado. Ambiciona una futura carrera política o diplomática acorde con su status y cualquier relación con la turista accidental acabaría rotundamente con sus esperanzas. A nada teme más el caballero.

No hay comentarios:

Publicar un comentario